Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

Plagado de cobardes autarquías se debate el pasado. Responsos de consignas amatorias expuestas al plasma figurado. Invento que el amor socava a sabiendas del fracaso las falaces correspondencias emanadas de cómplices acallamientos. Una sujeción de ansias solitarias se aglutina en el contumaz prodigio de sueños avasallados dando dimisorias, mientras un despojo emana su desierto de perdón que no entiende sobre el retestinar de las dilaceraciones.
La faca arrecia compás sucumbido en visiones de lumbre reiterada, hundiendo su caudal de torrente seco en el vértice donde yace ese latido rítmico ausente y perdurable de congojas redimibles. Y el mañana se sugiere en otros ojos sin la duda perimida de haber sido, trasegando esperanza de vida debatida en el misterio de un nuevo desafío, junto al espasmo que evade el dolor trocando distanasia en dulcedumbre. Siendo egomismo la vertiente del dilema, busco apartarme de inmotas experiencias que rociaron el alma de infaustas lenidades pretendiendo revivir lo mejor de lo perdido. La petrosa escarpada refrenda su delirio de incólumes premoniciones consabidas y, es la lucha que acomete nuestro espíritu la que entrega ración de pertenencia.
Rosigo de conciencias amputadas que proclaman la razón del sino. Un convite que merece ser mordido aun entre encías calcinadas.
Esperando la segureja del mañana, me entrego al transformativo estrado. Y lágrimas de sangre vestirán de patíbulo otro olvido, transfretando undívagas cegueras.