Adolfo M. Vaccaro Sitio oficial

contacto | biografia | site info
 
Compartí este texto: Facebook Meneame Googledelicio.us Sonico MySpace Digg Technorati TwitThis LinkedIn Mixx

Cuentos - 10 de Noviembre de 2006

La bombonera

La-bombonera
Recordaba su niñez cuando el Diego lo invitó a cenar apenas lo conoció. Más tarde fueron a su departamento lujoso donde lo esperaba una comitiva de féminas adoradoras, desplegándose ansiosas en escaso atuendo. Fue una noche inolvidable que siempre le agradecerá a aquel anciano desaparecido. También evocaba al viejo Charly, cuando tuvieron que salir corriendo de ese festival pueblerino conduciendo a lo gánster, para escaparle a la policía, mientras un grupo de fanáticas se abalanzaban tratando de tocarlo, ofreciéndole a cambio algunos ravioles mal envueltos.


Una vez que hubo fallecido el zar de la AFA, su padre asumió el compromiso vacante convirtiéndose en el nuevo monarca. El poderío económico y los contactos mafiosos alcanzados por su familia, hicieron previsible tal acontecimiento.


Mandando construir un puente levadizo que cruzara horizontalmente la bombonera, dispuso establecer en el centro su nueva platea, que consistía en una cabina blindada con un vidrio antibalas mirando hacia la doce, y el resto de las paredes acolchadas para silenciar el vocerío incesante. Su progenitor, con la sumisa anuencia del comité ejecutivo, impuso que terminado el primer tiempo de los partidos, dejaba de practicarse el tradicional cambio de arco, modificando la reglamentación vigente.


Únicamente cuando acontecía un gol del equipo de sus amores, se abría un dispositivo para permitir ingresar el sonido del ensordecedor griterío.


El diario editado en la imprenta del club, solamente daba por cierto el resultado conseguido en la portería orientada hacia la platea del presidente de la institución, desconociendo el resto de los acontecimientos producidos en el otro campo de juego.


El equipo de la bombonera permaneció invicto hasta el momento luctuoso de la desaparición del Rey del fútbol.


Hoy, a medida que el recuerdo desgrana su anécdota de osario, el vetusto heredero reclama compañía, prefiriéndola al amor que nunca sintió y a pesar del cariño de algún hincha del pasado.
Adolfo Vaccaro, escritor argentino | mensajes@adolfovaccaro.com.ar | 2002 - 2024 | Textos disponibles en el sitio: 594