Si acaso una mujer fuera el sentido
del tiempo perdido entre querella,
si el habla no tuviera más su huella
y la piel se nutriera en lo dormido,
si el inmoble verter muere en suspiro
de estigmas inmolados por ausencia
sobre estoico mandato de sapiencia
devorando la voz de los latidos
y en un acto de protervia abigarrada
la sombra somete a los abismos
infirmando requemos y el atisbo
que ciega ilusiones de alborada,
será ocaso la razón de lo que ha sido
y una petrosa centella aniquilada
refrendará marcos de un olvido.
Si acaso una mujer fuera el sentido
del espasmo que miente píamente
rasgando cada pesgo de la mente
rubricando su pleonasmo aborrecido,
si en prosaica desnudez sintiera
que el monte de su haber ha sucumbido
en otra mano de ávidas esperas,
abierta hacia el rellano que fuera
ingresará al ansia del suspiro,
sufragáneo es el sino de su siega.