Repetible metáfora de tu sonar austero. Sin cadencia ni verbo.
Escondido tu perfil de los brazos de la luna. Abierto a la redondez infinible de la morena noche, que se mezcla entre sus tintes de trovador callejero.
Sólo las ramas del sauce te saludan cuando a los altos de tu sonido entregas.
Interpretando derramadas soledades, por este mundo que se enquista entre tus piernas. Vocero libre de la verdad que nos silencia como un resabio de breves añoranzas.
Sos del paisano la bordona que se parte entre mil gajos de vig�ela abandonada.
El suspiro reiterado te emerge como alabanza,
Caudales sin partitura, corcheas sin esperanza.
Ritmo atroz que nos condena a la cúspide del tiempo,
Pausa mordaz del labriego que no alcanza su sustento.
Sos el andar sigiloso que salta por las llanuras
De un horizonte sereno, que reluce en la laguna.
Sos un sentir de glorietas, un espolón de requiebros,
Una pared sin revoque y un monólogo de ebrios.
Cantor de barrios te mentan los que afinan el oído,
Luciérnagas que han venido a iluminar tu escenario,
Grillo amigo solitario que cobijaste mi nido.