El rapaz se anida en su despojo
oteando rasante la mísera alborada,
prometiendo saqueo en llano manto
desfalleciente endecha sin vendimia.
Aguzando la razón de sus instintos,
el estrábico poder mece la tumba,
inicua misión luctuosa por codicia,
yaciente huesa de almas desquiciadas.
Destino de Termópilas o Galia
allende, dónde el pasto ya no crece,
la horda se fecunda nuevamente
trasvolando su furia irremediable.
Y en el Argento manantial vencido
se sacude de grito enarbolado,
vituperado honor sanmartiniano
lejos de cumbre muriendo en el hartazgo.