Sueño de ceibal, tu boca,
sobre el ámbar que enmudece
su sendero,
ofreciendo en lylium pestañeo
un coral de lavanda iluminada.
Nenúfar que espacia la caricia
dónde Horus reposa levemente,
flor del loto
mecida en el naciente
cuando el Nilo desborda su agonía.
Diluviada razón de abismo
ofreciendo el gemido enracimado,
cima de voz
raigambre por condena,
vertiendo prisión a tu cosecha.
Si el sortilegio emparra
el libamen agrio de tu claro vino
y el mundo
desata su molécula de tiempo,
seré estío y verbo en tu morada.